lunes, junio 01, 2020

Libro La conciencia sin fronteras de Ken Wilber

Llegué a pensar, que leyendo este libro uno podría iluminarse. No fue mi caso. Aunque si vislumbré esa posibilidad. Y eso que lo leí dos veces.

Vivimos en un perpetuo presente, donde el tiempo no existe.
Y somos la experiencia íntegra que experimentamos. Eso nos hace ser uno con los otros, con la naturaleza y con el universo.
Encarnar estas dos cosas recién dichas, sería, según entendí, iluminarse.

Una cosa es decirlo y otra …

El problema son las demarcaciones que nuestra psiquis viene haciendo.
Todo empieza con el lenguaje, cuando el hombre empieza a nombrar las cosas, a ponerles nombre. Al hacerlo, crea una demarcación.
Ese es un árbol, dice el primer hombre en el acto de nombrarlo por primera vez. Y al hacerlo delimita, hace una línea demarcatoria de hasta dónde llega el árbol.

El problema dice Ken Wilber, es que toda frontera, toda línea de demarcación, genera además una zona de batalla, de guerra.

Cuando nombro el primer árbol, lo que hago es cambiar la experiencia de mirar, viendo solo el árbol. Lo desarraigo, lo desconecto del bosque, o de su entorno. Y empiezo a ver una abstracción de la realidad. Me desconecto de la realidad prístina.

Hay una deriva que presenta Wilber, del nombrar, a los árboles, perros, caballos, leones, etc., que crean una abstracción que agrupa a todos los de su misma especie.
Luego viene la creación de los números, en que la abstracción va más allá, pues el número 3 sirve para agrupar a todos los que son tres de cualquier tipo: leones, árboles, perros.
Y después vienen las variables, en las funciones (x, y, z) que representan a cualquier número, que satisfaga la función.
Mientras más abstracción, más poder.

Ahora vamos a la psiquis de la persona. La primera y más fundamental demarcación que hace el hombre en este proceso, es la línea divisoria entre lo que soy yo y lo que no soy yo. Normalmente esta demarcación parte siendo la piel.
la experiencia unitaria de la naturaleza 
Lo que está hacia el interior de mi piel soy yo, y lo que está en el otro sentido, no lo soy.
Este acto demarcatorio y de separación sería una distorsión de la realidad. En la realidad, osea en la experiencia, no existiría tal separación. Esta idea de Yo y todo lo visto, oído y sentido, son parte de una misma e inseparable experiencia.
Wilber dice que al hacer esta primera y fundamental demarcación, aparece en la historia de la humanidad, la muerte.

Esta, no se si llamarla enfermedad demarcatoria, sigue avanzando y restringiendo la dimensión del ser. El paso siguiente es fijar una línea demarcatoria entre el cuerpo y .. el alma. Y paso a ser esa alma, que Wilber llama ego, y a tener un cuerpo. Soy propietario de un cuerpo, pero ese cuerpo no soy yo.
Otra línea demarcatoria, otra línea de frente de batalla.

Finalmente, aparece una nueva demarcación, que separará el ego en dos, la persona y la sombra. Lo que haremos aquí es apartar todas aquellas cosas, impulsos, deseos, pensamientos, que no nos parecen adecuados o correctos y los negaremos. Los pasaremos a la sombra, esa parte nuestra invisibilizada, tan dada a ser proyectada hacia el exterior. Una nueva línea demarcatoria y una nueva línea de batalla.

Centauro, cuerpo y ego integrados
Vivimos al final de cuentas, llenos de conflicto y sufrimiento, productos de tantas confrontaciones en tanta línea fronteriza de demarcación.

Bueno, a continuación Wilber, lista y describe los distintos tipos de terapias y prácticas espirituales, que intentan componer estos conflictos, intentando al final de cuentas disolver, hacer desaparecer esas demarcaciones.
El psicoanálisis, sirve para integrar la sombra a la persona y dejar al ego integrado.
La terapia guestáltica, que intenta mostrarnos como esas contracturas en el cuerpo esconden expresiones del yo, buscando integrarlas y de paso disolver esa demarcación entre ego y cuerpo.
La terapia transpersonal, que integra el yo que llega hasta la piel con aspectos del inconsciente colectivo, como son los arquetipos, que emergen en nuestros sueños como poderosos símbolos.

Y cuando integramos la experiencia completa, el otro soy yo, la naturaleza soy yo y el universo soy yo. Parte de Dios. Y la iluminación estaría como por ahí.

Un libro fascinante.

5 comentarios:

  1. Gracias Gabriel, que interesante reflexión! Ahora bien, no entiendo al hombre sin lenguaje y por lo tanto sin demarcaciones nombrables.
    Quizá eso le dio al hombre el poder de coordinación masiva con otros hombres y mujeres.
    Codazo!

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  2. Buen artículo, gracias

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  3. Gracias, Gabriel, por tu bello resumen, me entran ganas de leer más.
    Y bueno, hablar del agua no calma la sed.

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  4. Excelente análisis. Tal ves la muerte es la integración total. la fecundación es la primera demarcación hasta la última en que desaparecen todas, la muerte de todos los limites, fronteras y distinciones donde todo es energía. Un abrazo o codazo.

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  5. Armando10:14 a.m.

    Muchas gracias Gabriel, tú resumen permite anticipar si es lo que te interesa y andas buscando o no lo es. Tu lenguaje directo claro y sencillo entrega una lectura fácil y valiosa. Muchas gracias

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