lunes, julio 05, 2021

Ficciones y aprendizajes

Leo en grupo el libro de Harari, 21 Lecciones para el siglo XXI, dirigido por Juan Vera y me toca compartir en sesión ampliada mis impresiones de los capítulos bajo el título Verdad.

Digo que hoy aprendo en grupos dialogantes, mucho más que solo. Estoy en una edad en que dispongo de tiempo y leo y estudio mucho, pero realmente avanzo cuando ponemos en la conversación del grupo lo que nos va interesando más.
Y de qué quiero aprender hoy en estos grupos, son temas que la ciencia no cubre, como la conciencia y la espiritualidad.

Harari nos dice que somos una especie que tiene la particularidad de crear ficciones, que son y han sido esenciales para articular a grandes grupos. Partimos creando ciudades estado, luego naciones y más adelante imperios. Hoy hemos creado países, la economía y deportes como el fútbol y el espíritu competitivo de ser el mejor.

Hoy, en medio de una crisis multidimensional y una crisis simultánea de relatos, necesitamos urgente crear una nueva ficción. Tenemos la del nicho ecológico al que pertenecemos, que necesitamos tener presente y cuidar; por lo tanto toda acción que emprendamos, debe tener en consideración sus consecuencias más allá de lo que veníamos atendiendo.
Tenemos la del feminismo que está desencadenando la crisis del patriarcado, que empezamos a darnos cuenta ha impregnado todas nuestras instituciones, incluso la idea que tenemos de ser la personas que somos, masculina o femenina, y otras, como el matrimonio. Qué resultará de todo esto, no lo sé, pero sospecho será de las transformaciones de mayor impacto.

El relato de crecer, crecer, crecer, lo más que se pueda, tendremos que tomar conciencia pronto, que es planetariamente, desde el punto de vista del nicho ecológico que somos, insostenible. Ello nos obligará a alterar doctrinas e ideologías, que limitan nuestra capacidad de tomar medidas restrictivas del aumento de la población, coherente con el relato que traíamos. Tendremos que difundir aún más las medidas que nos permiten controlar la natalidad y pasar a dar todas las facilidades para abortar cualquier procreación no deseada. Además de facilitar y liberar la eutanasia, y restringir las políticas médicas de prolongar la vida lo más que se pueda, incluso en beneficio del negocio de la industria de la salud.

Quizás lo más impactante que nos tocará enfrentar, es el tomar conciencia que las ficciones son eso, ficciones. Que no son la verdad que defendemos como si nuestra identidad y tribu, estuviera en riesgo.
Será posible vivir en un mundo donde los relatos-ficciones sean otro mercado, donde tendremos que ir a elegir, mirando más que nada cuán funcionales son, para nuestra sobrevivencia y solvencia.

Y como piedra de tope decir, que en el futuro el aprender será más acerca de lo que somos, de nuestra naturaleza y potencial, más que materias que los ordenadores sabrán decirnos rápidamente cuando queramos, o resolver problemas a nuestra voluntad.
El mundo que viene es vertiginosamente distinto a lo que viene siendo y no sé si seremos capaces de dar el salto a lo nuevo, sin demasiado sufrimiento.

Y cortémosla con andar buscando al culpable de las tonterías que hicimos inmersos en la cultura que se desploma por todos lados. Más bien abrámonos al cambio y a lo impredecible.

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