miércoles, abril 08, 2020

Libro Encíclica Sobre el cuidado de la casa común del papa Francisco (2015)

La casa común se ha deteriorado hasta un punto alarmante. El calentamiento global por la emisión de gases de efecto invernadero, por el uso de combustibles fósiles, entre otras muchas emisiones producto de una civilización mercantil tecnocrática que alienta el consumismo desatado.

Nuestra civilización basada en una economía del desarrollo perpetuo, que mira recursos, tanto humanos como naturales, como fuentes para la explotación y generación de rentabilidades, para los grupos empresariales y de las finanzas.
Esto ha resultado en un planeta con una galopante extinción de especies, degradación del aire, las aguas y hoy día la salud.
Claramente hemos perdido el norte.

Freud mató al padre, Nietzsche mató a Dios y nosotros estamos matando el planeta y a los otros. Pareciera que sin darnos cuenta, caminamos derecho al precipicio, optimizando y eficientando, sin saber que ello solo nos apura el tranco al barranco (como dice Julio Olalla).

No vemos. No nos damos cuenta. Estamos ciegos o enceguecidos.
Qué hace falta para que recuperemos la visión ? Una pandemia como la actual ? Dios quiera que sirva para eso.

Dios. A nuestra psiquis como que ya no se le aparece, Dios.
Pero miramos la naturaleza, la vida, el amor, la ternura, tantas cosas. La magia de la procreación y del desarrollo embrionario. Las sospechosas casualidades, de encontrarnos con las personas y material que nos hace falta, justo cuando lo necesitamos.
Cómo que hay algo ahí, algo a la base de todo lo creado, que tiene un carácter sospechosamente superior.
Divino ? La misma vida es sorprendente, no ?

El papa Francisco ve a Dios en todas partes. La creación es una obra de Dios. La Tierra es un préstamo que nos hace Dios.

Nosotros como que desviamos la mirada y ha sido tanto el éxito de nuestros logros, que nos miramos al espejo y nos vimos espectaculares, tanto que dejamos de lado a Dios; dejamos de necesitarlo. Como que nos endiosamos.
Y estamos causando enorme daño, no solo con la naturaleza, sino que tanto o más importante, con los más débiles, con los pobres.
La cosa nos puede explotar por más de un lado; y lo está haciendo.

Necesitamos hacer cosas de otra manera, pero más importante que eso, necesitamos cambiar la conciencia. Necesitamos cambiar como vemos, necesitamos ver la presencia de Dios en la naturaleza y en los pobres.
Esto se nos fue y no nos dimos cuenta.

El papa Francisco, con gran destreza y sapiencia, nos ilustra de la problemática y nos alienta por el camino de la religión. La suya en primer lugar, pero cualquiera en verdad.
Un libro muy recomendable, en estos tiempos de encierro y crisis.

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