jueves, abril 01, 2021

Discurriendo sobre la conciencia

La conciencia es esa capacidad que disponemos para percatarnos que estoy aquí, yo. Que esa cosa que identificamos como “yo”, habita este espacio que ocupa mi cuerpo y que el otro, que va conmigo caminando en esta conversación, lleva otro “yo” en su cuerpo.

Tendemos a asociar esta conciencia de mi yo, como algo que sale de algún lado de mi materialidad. Pero podría no ser así. Conciencia y yo, podrían ser la misma cosa.

Este percatarme de que yo estoy aquí en este momento, lo experimento de cierta forma. No se, no tengo como saber, como este otro que va aquí conmigo, con quien converso estas cosas, experimenta su percatamiento de sí mismo, cómo experimenta él su conciencia.
Sólo sospecho que no ha de ser igual.

Un aspecto de esta conciencia es su capacidad de atender a esto o aquello.
Es distinto atender a algo en el futuro, como por ejemplo, cómo va a ser mi vida cuando ya esté muy viejo, si seré pobre o podré financiar mi austera vida. O en el pasado, ese hecho en el comedor del Ulmo, que pienso afectó mi vida.
A atender a algo del presente. Cuando atiendo a lo que estoy sintiendo en este momento, pareciera que conecto con mi conciencia con más contundencia.

En el ejercicio de atender a mi interioridad en el presente, puedo percatarme de algún deseo, por ejemplo, de comerme una marraqueta tostada con mantequilla. Puedo observar la vacilación entre partir ya a obtener su satisfacción o postergar la acción, o simplemente no hacer nada.
Puedo observar cómo me influye esa idea de que “el máximo poder es dominio sobre uno mismo”. Intento suspender o dejar a un lado ese deseo y disfrutar de la sensación de poder que experimento.

Observar en el presente, mi interioridad y manejar aspectos de lo que ahí se mueve, con conciencia de ello, es un ejercicio de toma de conciencia.

Puedo atender a lo que leo y en un cierto párrafo o texto, detenerme y concentrar un poco más la luz de la atención en el, para ver si detecto destellos más allá, o destellos más acá, observo que el registro de memoria mejora, sobre ese material.
Puedo regular mi atención, poner más o menos atención. O simplemente puedo observar cuanto atiendo a esto y aquello. Preguntarme por qué, por ejemplo.
La atención es una dimensión de la conciencia, pienso.

Y la intención, que también me parece es una dimensión de la conciencia, orienta, dirige, la atención, pero con una carga .. de intención. Esta capacidad que tenemos de intencionar, sospecho es más potente de lo que pensamos. Sino porque hay personas y grupos de personas que rezan con intención, por personas cercanas enfermas en estos días de coronavirus. Pues pienso que esa energía que movilizan, energía invisible de la conciencia focalizada, es poderosa.

Después de interiorizarme del experimento de la física cuántica de Thomas Young, del rayo de luz sobre la placa metálica con dos ranuras, capto que la presencia de un agente consciente, por su sola presencia, es capaz de hacer aparecer partículas, fotones, donde solo había energía en la forma de ondas lumínicas.
Concluyo, que nuestra conciencia tiene la capacidad de hacer aparecer materia donde no la había. Y los ingenieros, que necesitan poder medir las cosas para realmente creer que existen, no logran integrar en sus miradas de mundo, el poder de la conciencia, bien dirigida.

2 comentarios:

  1. Hola Gabriel: el experimento de la doble rendija, me parece que comprueba en el mundo material lo que sucede cuando observamos en nosotros mismos el pasado, el presente o el futuro: se modifica, si el observador así lo quiere.

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    1. No creo que las ondas lumínicas se transforman en materia fotónica porque el observador así lo quiere; es extraño; ahora, si le ponemos el querer, ...

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