Este libro de Nicanor Parra se lee en un rato. La verdad lo leí dos veces en un día.
Fue un temporal que hubo en Chile en el invierno del año 1987. 280 mm en menos de una semana. Inundaciones por todos lados.
Por supuesto, hay líneas para la risa.
“Voy y vuelvo”, recuerdo, es una de esas típicas de Nicanor. Abajo de una imagen del crucificado, ha puesto “el que pierde gana”.
Maestro en reproducir discursos de autoridades agrandadas, que pretenden resolver problemas insolubles con comités de expertos que en plazos perentorios emitirán informe de donde emergerán las soluciones. Por supuesto que nunca nada pasará y todo seguirá igual.
Y todo esto en verso o algo parecido a verso.
Es la palabra suelta que emerge de quien sabe donde, del cerebro, del espacio intergaláctico. Con esas cosas Nicanor Parra es un conectado privilegiado.
Me gustaría que de puro leer a Parra, se me pegara ese lenguaje, o se me abriera el canal de privilegio, que me conectaría con esa forma de hablar.
Es como un aflojar las rigideces del deber ser lingüístico, lo que anhelo.
Un libro que pasa rápido, que deja huella, que te muestra nuevamente el estilo de Nicanor Parra, refrescante, alegre, irreverente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios de este blog son moderados; eso significa que antes de ser publicados, serán vistos y aprobados por el autor de los posteos (anda mucho bandido por las redes).
Disculpa las molestias