lunes, enero 03, 2022

Libro El infinito en un junco de Irene Vallejo

Antes que nada recomiendo conocer a la autora de este libro, Irene Vallejo.
Es un libro notable de la historia del libro y del alfabeto o el lenguaje escrito.
Antes del libro y del alfabeto, todo era oral. La Iliada y la Odisea, las historias de envergadura más antiguas conocidas, estaban dichas en verso, para mejor memorizar y se transmitían de boca en boca en forma oral.
La oralidad tenía formas y estilos propios del relator.

Las primeras formas de escritura, fueron en base a signos que representaban figurativamente, de lo que estaban hablando. Jeroglíficos, con miles de signos distintos. Y cada pueblo tenía el propio.
Imagínate, muy pocos eran capaces de manejarlos. Se requería mucho estudio, memoria y habilidades para escribir.
Al principio la escritura tenía solo objetivos contables, de transacciones comerciales e inventario.

En esas ciudades Estado en la costa Fenicia, hoy Líbano e Israel, transitaba mucho comercio. Los comerciantes de esos puertos vivían serias dificultades lidiando con tanto símbolo distintos. A alguien de ahí se le ocurrió crear un lenguaje basado en el sonido de las palabras, creando el primer alfabeto de la humanidad, con 22 signos.
Tenía un problema, no tenía vocales. Sácale las vocales a una frase e intenta deducir qué dice ahí. Te encontrarás en serias dificultades.

En todo, este alfabeto sin vocales, fue un gran adelanto y se empezó a propagar por el mediterráneo. En Grecia, a alguien desconocido, se le ocurrió agregarle las cinco vocales .. y el mundo cambió.
Se escribía en tablillas, en papiros y en cueros tratados.
Con el alfabeto, la oralidad que dominaba la escena, empieza a recibir el influjo del texto escrito. Toma tiempo y tiene muchos contradictores. Entre ellos Sócrates, que nunca escribe nada y al contrario se refiere mal al texto escrito.
Jesucristo tampoco escribió nada.
Bueno, la verdad es que el texto escrito pierde todo lo que el orador le pone al texto. Y el texto oral era público, incluso de multitudes. El escrito podía ser leído a solas.

La palabra, es aire expelido por la boca. La palabra escrita, son voces que permanecen en silencio, hasta que los ojos de un lector pasan sobre ella y le dan vida. Al principio sólo se leía en voz alta. Mucho tiempo después, se empieza a leer en voz baja.
Alejandro que viajó siempre con una copia de la Ilíada, valoraba los textos escritos, debido quizás principalmente a que su maestro Aristóteles, fue uno de los primeros hombres que colecciona libros; que tiene una biblioteca.
Fue él el que ordenó la creación de la biblioteca de Alejandría, en Egipto. Esta biblioteca llegó a su cúspide, muchos años después de Alejandro muerto, cuando sus sucesores, los emperadores Ptolomeos, gobernaban.
Salían de Alejandría grupos de soldados y expertos en libros a recorrer los territorios buscando libros. Pagaban lo que fuera necesario, muchas veces los copiaban o simplemente se los robaban.
El incendio de la biblioteca de Alejandría fue una de las grandes pérdidas de la humanidad.

La autora se pasea por los libros, sus tipos, sus historias, sus avatares. Me ha atrapado la historia de Umberto Eco en su novela El nombre la rosa, en que llega a un monasterio medieval a indagar crímenes sucesivos que estaban sucediendo. Efectivamente descubrió a un asesino, que asesinaba a todo monje que intentara leer un libro de Aristóteles, que ensalzaba a la risa. Lo hacía pues temía que todo lo sagrado se desvanecería degradado por la risa.
Mil y una historias de libros y autores, como Virgilio, que por alguna referencia a una hija casquivana del emperador Augusto, termina exiliado sus últimos años en un pueblo perdido de la actual Rumania.

Más tarde llegará por las vías del comercio con China el papel y los tiempos estarán listos para la invención de la imprenta, con la explosión que eso significó.
Y después Internet, donde las letras serán luces en pantallas. La cantidad de libros que se publican por minuto en el planeta hoy en día es impresionante. Nuestro mundo ya es otro.

Un libro fascinante, con mucha historia contada, dónde esta Irene Vallejo, despliega su amor y pasión por los libros y su historia.
No te lo pierdas.


Texto de otra lectora de este libro, que me lo hizo llegar escondido entre las páginas de este, mi libro que le presté:

“El infinito en un junco”
Portentoso relato y testimonio del nacimiento del libro.
Narrativa cautivante, maravillosa urdimbre con hilos del pasado remoto, del ahora y del infinito, que irradia un elevado tejido. Tejido que nos desentierra historias, conocimientos y añoranzas; demostrando, que en lo nuevo siempre hay algo que lo precede.
La autora nos da varios ejemplos de aquello:

  • Alejandro, visionario y precursor de la globalización
  • Grecia, entrega todo su hacer y este cabalga por todo el mundo
  • Antifante, creador de la palabra sanadora.

¿Quién no ha recibido alguna vez en su vida, sinceras palabras de consuelo?
Sin los libros “las mejores cosas de nuestro mundo se esfumarían en el olvido”.
Todo viene y se va, Riqueza, Juventud, Gloria, Fuerza física; pero nada ni nadie podrá quitarnos lo que sabemos.
Gabriel, interminables gracias, por colocar en mis manos tan bello libro.

Y firma con el nombre de Aspasia (la amante en ese tiempo legal de Pericles, de la que se enamoró, siendo ello un escándalo en la antigua Grecia)

Soy del siglo pasado y prefiero el papel y lápiz para expresarte lo que sentí al leer este hermoso libro.

P.S.

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