martes, noviembre 26, 2024

Libro La era del malestar de Augusto Salvatto

Vivimos una época rara, donde casi todas las variables del desarrollo han mejorado. Los niveles de pobreza, salud, vivienda, educación, todo ha mejorado sostenidamente en las últimas décadas.
Pero el consumo de ansiolíticos, los suicidios, el consumo de drogas, ha aumentado de manera preocupante.
¿Qué está pasando ?

Este libro de Augusto Salvatto no está orientado al aspecto psicológico del problema, sino qué al aspecto sociológico, a la dimensión colectiva.
Te sientes mal, pero no es tu problema; el problema tiene que ver con la época en que te tocó vivir.
Una época materialista, individualista, enfocada en la productividad.
Augusto Salvatto tampoco piensa que sea factor relevante la pandemia que nos tocó sufrir.

Parece ser que el problema tiene que ver en parte por la aparición de la tecnología de las redes sociales, donde incluye a las plataformas.
El Capitalismo nos hizo competidores e individualistas, buscando a todo dar nuestra satisfacción, básicamente a través del consumo, casi compulsivamente.
Y el consumo produce una satisfacción rápida y de efecto fugaz. La cosa es que vuelvas a consumir pronto otra vez.
La crisis de la Iglesia también es un factor. Era un lugar donde la comunidad de alguna manera existía.
La educación también está en crisis. Los jóvenes no quieren ir al colegio. No les aporta nada significativo.
Se acabó el pertenecer a una comunidad.

Las redes sociales congregan a los que piensan igual. Eco chambers lo llaman, ese lugar donde pareciera que todos piensan igual que yo y por lo tanto mis creencias se transforman en certezas y el disentir se hace muy desagradable.
De ahí la polarización, de ahí la simplificación del debate, el pensamiento simple, superficial.

Y el mundo se fue del texto a la imagen. La impresión fugaz. Yo soy mi imagen y mi imagen la construyo yo, en el mundo digital.
Mi grupo lo constituyen mis seguidores, que lo que más hacen es ponerme likes a lo que publico de mi.
Todo parte con Facebook, se reduce con Instagram y hoy con Tic Toc ya prácticamente no hay interacción.
Y me lo paso ahí. Horas dedicadas a hacer con el dedo y ver video, imágenes, que capturan mi atención, mi principal valor.
Y no tengo tiempo para nada, estoy muy ocupado, viendo reels absorto, fascinado, aislado, solo.

La felicidad aparece como un mandato. La imagen que proyecto es la sonrisa, carcajada, expresión de dicha, producida especialmente para la cámara.
Hasta en la empresa, han aparecido departamentos de la felicidad. Miden cuán feliz eres, hacen cosas para que te sientas feliz, pero sabes que es una felicidad fatua, que si no la expresas podrías perder la pega. Sonríes forzadamente. Lo más importante, tu imagen.
Y por dentro ? No se, mal y encuentro esta vía de los ansiolíticos, el trago, las drogas, que me dan un break de paz y tranquilidad o verdadera euforia artificial.

Lo complejo se hace insoportable. Mientras más simple sea todo, mejor.
Hasta las relaciones de pareja, son buscadas por plataforma y funciona. Tengo satisfacciones, sabiendo que si algo no funciona hay otra alternativa esperándome.
Mi satisfacción lo es todo. No estoy satisfecho, no estoy a gusto, chao. Busco otra.
Te acuerdas de esa frase “en las buenas y en las malas, hasta que la muerte nos separe”; se acabó.
Mientras estemos bien, seguimos. 

Algo anda mal a la base. El malestar se ha instalado. De ahí los ansiolíticos, el trago y las drogas. De ahí el aumento de los suicidios, sí, los suicidios.
Necesitamos hacer algo. Necesitamos desconectarnos de las redes sociales, regularlas, regularnos. Necesitamos romper el algoritmo, que no manipula y nos tiene fuera de control.
Ahí estamos, mal.

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