viernes, abril 22, 2022

Libro La política de la identidad de Carlos Peña

Leer a Carlos Peña es como leer a Byung Chul Han, densito. No es fácil.
La verdad no se si con el libro se me aclararon cosas o quedé más confundido.
Pienso que entender el cambio que está sufriendo el mundo, con la aparición del tema de las distintas identidades, que pechan por ascender, ser vistos, aceptados y reconocidos política y socialmente, es una transformación mayor. Siendo probablemente la identidad de las mujeres la más importante.

Repito, no hago un resumen del libro, comparto lo que me pasó con el libro. Lo que se me queda pegado, lo que sigue dando botes en mi cabeza.

Qué somos. Cómo nos constituimos como la persona que somos, son preguntas a la base para entender qué es esto de las identidades.

Vivimos en medio de una democracia liberal, aquí en Chile, al menos. Este sistema o ideología, es de la idea de que lo central y medular del mundo político y social, es el individuo, la individua. El yo que soy yo.
En la democracia liberal, el individuo tiene una esencia, un núcleo personal y único.
Y, las otras ideologías, no demócratas liberales, piensan que este sistema es básicamente un sistema de dominación y abusos, de punta a cabo, que viene normalizado, transparentado, osea, que ni siquiera el normal de las personas, ni siquiera se da cuenta. 

El otro planteo, que viene de personas como Heidegger, es que somos seres arrojados a un mundo ya existente y caemos en un lenguaje, que constituye un mundo simbólico, no real, nacemos en una comunidad, en un grupo social, con sus principios y formas. Y es en esa inmersión y en el espejo de los demás que nos constituimos como el individuo que somos.
Y en el núcleo del individuo, incluso en el núcleo del sistema simbólico social, no hay nada. O casi nada.
Y es solo en esa casi nada, que habría en el núcleo, donde podemos encontrar elementos universales que somos todos. 

El mundo se ha ido alejando, quizás por degradación, de las democracias liberales y se ha estado moviendo a posiciones más de izquierda, más progresistas se hacen llamar, incluso más populistas.
Y el universalismo, propio de las democracias liberales, y .. del comunismo, se ha ido disolviendo y ello ha dado espacio a la aparición de infinidad de identidades.
Las hay de varios tipos. Las identidades heredadas, de los pueblos originarios.
Las identidades por opción, como los que solo andan en bicicleta, los veganos, los fuertemente centrados en cuidar la naturaleza o el calentamiento global.
Las de género o de opciones sexuales, que a esta altura, son muchas: heterosexuales, homosexuales, bisexuales, trans, y sé que hay varias más.
Los disminuidos por su condición biológica: sordos, ciegos, enfermos crónicos, déficit de inteligencia, etc.

Las problemáticas son diversas. Los que están chatos con ser menospreciados, agredidos, vilipendiados, como los homosexuales. Las mujeres, que pelean por igualdad de derechos. Los que quieren beneficios especiales para atender sus requerimientos especiales. Etc, etc, etc.

En Chile estamos en proceso de intentar hacer una nueva constitución. Y al parecer ya no se trata de ponernos de acuerdo en normas y principios para un universalismo que nos constituye, sino de atender los requerimientos de todos estos grupos de identidades diversas. La metáfora es la de un archipiélago de muchas islas.

Los derechos humanos, son una serie de principios pretendidamente universales.
Habría a nivel de gobierno, de Estado, un poder de fiscalización de todas estas identidades, de todas estas islas del archipiélago, para determinar qué es aceptable y qué no. Por ejemplo, en Chile la poligamia no es aceptada, como la ablación de las mujeres (le extirpan la parte de la sexualidad por la que obtienen placer sexual).
Ponerse de acuerdo en definir esta capacidad fiscalizadora, de qué está bien y qué está mal, es parte de la problemática que vive la asamblea constituyente.

Bueno, el mundo se ha complejizado claramente. Saber de estas cosas me parece importante. Por eso, leer un libro como este, lo recomiendo, para una más documentada participación en la conversación política y constituyente en que nos encontramos.

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