martes, noviembre 28, 2023

Libro Sub Terra de Baldomero Lillo

Lota, sur de Chile, costa, minería del carbón. Libro escrito por Baldomero Lillo y publicado el año 1904.
Relata siete historias de la vida de esa gente que vivía en ese sur de clima lluvioso, en condiciones de pobreza extrema, trabajando en los profundos túneles bajo el mar, extrayendo a pulso el valioso mineral del carbón.

Todo parte con un caballo que emerge del fondo de la mina, viejo, mal herido, cojo, inútil. Ha hecho una vida en el fondo de la mina tirando carros con carbón.
Ya no sirve. Lo sacan y queda parado a la intemperie, enceguecido por la luz del sol, con las patas abiertas, sosteniéndose con dificultad. No se mueve.
Viene alguien con una soga, lo amarra del cuello y lo lleva caminando más allá, a una zona barrosa, de aguas estancadas. Y ahí lo deja.
Después de un rato el caballo sediento y hambriento atina a moverse. Tropieza y cae. Ve las sombras de los buitres que bajan de lo alto hacia él.
Ahí termina el capítulo, esta primera historia, como preámbulo de lo que hace la mina con bestias y humanos.

El minero llega todos los días temprano, muy temprano, toma su lámpara de aceite que encaja en su gorro y baja en el ascensor a la profundidades de la tierra negra por el carbón.
Abajo, camina por túneles largos tramos con su cuadrilla hasta llegar al punto de extracción asignado. Ahí los barreteros se esparcen por el lugar y cada uno trabaja solo tras su tarea de hacer mínimo tantas carretillas diarias para ganar los míseros 25 centavos diarios.
Si mezcla el carbón con tosca, multa.
Por cualquier capricho de los capataces, multa.
Y las multas son de 1 peso; osea el equivalente a cuatro días de trabajo.
Trato rudo, frío, despectivo.

En casa, que son piezas que la compañía les arrienda, viven miserablemente con su mujer e hijos. Los alimentos los compran en la única pulpería del lugar, que es de la compañía y se paga con fichas que serán prolijamente descontadas del sueldo.]
Y las mercaderías suben de precio cuando quieren y sin avisar.
Ahí están todos, en cobertizos de múltiples piezas a los que se entra por puertas vecinas unas de otras.
Servicios de salud, para la risa.
Se muere alguien y la compañía se raja con cuatro velas y una tela para cubrir al muerto.
Este libro de Baldomero Lillo te muestra vívidamente lo que es la miseria en Chile en esta zona, a finales del siglo XIX y principios del XX. Atroz.

Los accidentes son a la orden del día. Desprendimientos de rocas que hieren y aplastan mineros, que cuando ocurren suenan fuerte los pitos, que hacen correr a mujeres y niños a ver quien o quienes son los sacrificados del día.
Una de las historias del libro muestra cómo es la relación entre mineros, capaces e ingenieros. De una rudeza difícil de tolerar. Los golpes de unos a otros son frecuentes, las rabias se activan, lo que desencadena escenas desprolijas que hacen saltar chispas donde merodea el gas grisú que sale de las rocas, explotando todo el recinto, siendo las personas meros perdigones del tiro de una metafórica escopeta. Normalmente de estas explosiones nadie sale vivo.

Hay otro relato de jóvenes que se disputan una bella joven, que no tiene más de 16 años, pero que es de carácter fuerte como su madre, y los dos mozos, también atractivos, lidian por ella, como verdaderos brutos. La cosa termina muy mal, con uno de ellos muerto, ilustrando cómo vivimos los humanos en la precariedad educacional y de recursos. Somos verdaderas bestias en celo; peligrosas.

Hay una historia increíble de un ciego que llega a la muina pidiendo trabajo. Es joven y fuerte y lo contratan.
Camina por los túneles subterráneos sin iluminación y logra siempre sus metas de barretero. Los demás sospechan de él y le atribuyen pactos con el diablo y similares.
No habla con casi nadie. Un día, según un plan secreto, ejecutado con perfección increíble, deja la grande. Y hasta ahí nomás llegó la mina. Vieron la cagada cuando en uno de los tubos de la entrada vieron una corvina chapoteando.

Termina el libro con un cuento de un pobre viejo que anda cazando su alimento diario, con una escopeta roñosa. Caza la primera perdiz y la echa en su morral. Cuando caza la segunda aparece abruptamente el perro del patrón y captura la presa antes que el viejo y se la zampa de una.
Puedes adivinar cómo termina esto. Pero es triste para nuestro querido viejo.

Baldomero Lillo describe a la perfección una vida pobrísima de los chilenos del sur, de Lota, maltratados hasta decir basta por los patrones, en una vida ruda y sórdida.
Es un libro difícil de leer, por la dureza de las cosas con que te encontrarás cada vez que vuelves al libro.


Referencias:

3 comentarios:

  1. Anónimo1:37 p.m.

    Hola Gabriel, sin duda una realidad brutal, que ha azotado al humano pobre desde que la riqueza existe.
    Sin embargo, una luz de esperanza me hace pensar que en algunos años mas, otros leerán con el mismo horror historias de lo que hoy ocurre con los mas pobres.
    Lo que para mi indica dos cosas, la primera: que la ambición desmedida siempre generara explotación y brutalidad en el trato humano y la segunda, que pese a todo hay y habrá siempre una evolución positiva, respecto de la conciencia de los explotados y sus luchas y afanes por un mejor mañana, lo que se traduce en una "explotación mas humana", si el idioma y la torsión mental lo permite, claro.
    Por otra parte creo también que el bien es mas contagioso que el mal y que el germen de la vida, lleva implícito eso que hemos decidido llamar "humanidad" solo hace falta descubrirlo, para no volver atrás.
    En general, tiendo a creer que sobre el actuar bien, no hay arrepentimiento, como si lo hay, cuando actuamos mal.
    Esperanza, aunque a veces poca, siempre suficiente para seguir.
    Abrazo. Pato Olguín.

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  2. Anónimo9:25 a.m.

    https://www.imdb.com/title/tt0364882/?ref_=nv_sr_srsg_0_tt_8_nm_0_q_sub%2520terra

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  3. Muchos años que leí Subterra y Subsole, obligado, al principio, por los profesores, fascinado por la genialidad descriptiva de la pluma de Lillo, luego. Gracias Gabriel por recordarnos sus cuentos. Entre mis preferidos "Camanchaca" de Subsole. Las ideas que cambian el mundo provienen del arte, ideas de la condición humana, que nos llevan a preguntar sobre los valores que como comunidad queremos darnos o postergamos en pos de otros intereses.

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